lunes, 2 de julio de 2007

Fin de semana largo

En la empresa donde trabajo “fin de semana largo” tiene otro significado: medio día menos que los verdaderos fines de semana largos. O sea, se tiene que venir a trabajar hasta la 1:00pm del primer día en que el común de los mortales empieza su fin de semana largo.

Mi finde comenzó el viernes 29 de junio a la 1:00pm, día perdido. ¿Por qué? Porque a pesar de trabajar medio día uno llega cansado a casa y en mi caso particular no me da ganas de salir ni a la esquina, aparte que estuve con gastritis. Así que ese día me la pasé bajando música.

El sábado pude levantarme tarde (7:00am) por primera vez en mucho tiempo, desayuné rápido y me metí en la cama de nuevo. Cogí la PSP y me puse a jugar Puzzle Quest, con los audífonos para no hacer bulla y con la luz apagada, eso es vida!!! La PC seguía encendida porque la dejé bajando música toda la noche, así que al rato la apagué, dejé la PSP y me puse a leer el pinche libro de leyendas urbanas que hasta ahora no termino, pero al menos avancé buena parte.

Me la pasé todo el día en pijama, como si estuviera enfermo.

No me sentía enfermo, ese día me sentía el hombre más feo del mundo. Sin depre ni nada, solo me sentía feo, no me gustaba cuando me miraba al espejo o cuando veía mi reflejo en el monitor de la PC. Es cierto que necesitaba una buena afeitada desde hace días, aparte de un corte de pelo que ya me tocaba… pero es que ni con eso.

Me sentí tan feo que cancelé una cita revolcona. Grave, no?

En realidad cambié la cita por una reunión chupística en casa de Alfonso, es que necesitaba pegarme una tranca de esas bravas. Así que salí de casa bien bañado y afeitado pero con el pelo largo y tomé un taxi hasta Ripley de Miraflores para cortarme el pelo en Specchi. Me atendió una chica nueva porque el que siempre me corta no estaba, así que entré en pánico porque con el pelo soy algo así como con la PSP: no quiero que nadie lo toque. Pero no me quejo, la chica me cortó el pelo tal como se lo pedí, incluso el corte me arregló un poco la cara y me dio un poco más de confianza salir a la calle. Así que me embarqué rumbo a la casa de Alfonso.

Fuimos a comprar chelas a Plaza Vea, mientras cruzábamos el parque Alfonso me buscaba conversación y yo respondía con monosílabos, es que tenía varias cosas en la cabeza y cuando tengo algo en la cabeza le doy mil vueltas y por más que quiero olvidar el asunto lo único que consigo es meterme más en ello. Entonces la situación fue un poco incómoda, pero al rato ya estábamos hablando como gente, tanto así que el camino de regreso me pareció muy familiar, como si todo fuera igual que antes. En ese momento me deprimí.

Y lo único que quise esa noche fue emborracharme hasta perder el conocimiento, que por poco lo logré.

Llegó Christian, luego Willy, y luego un batallón de gente que yo no conocía, así que le entré al trago con más ganas. En algún momento de la noche empezaron a jugar “Yo nunca”, y la gente hablaba huevadas y me aburrí de alma y le entré al trago con más ganas todavía.

Dicen que en algún momento abrí la boca y dije huecada y media y que debería medirme para no caer mal…

No me interesa caer mal, he lidiado con eso toda mi vida.

¿Qué es más importante: caer bien a la gente o ser auténtico?

Yo solo trato de ser como soy, intento aparentar lo menos posible. A muy pocos les gusto así, esos pocos son mis amigos. Mis amigos nunca me han dicho que me mida la lengua, nunca me han recriminado por mi forma de ser. Ni yo a ellos. A algunos les he dicho las cosas que me joden de ellos, pero en ningún momento les he dicho que “cambien”, no me interesa que cambien, igual van a ser mis amigos y los acepto con todas sus cosas, aunque me jodan la vida. No todo es felicidad entre amigos, y es ahí donde está lo más paradójico e interesante de tener amigos.

Llegué a casa porque Christian me dejó ahí con el taxi. Por cierto, Christian si alguna vez lees esto espero que el párrafo de arriba explique un poco lo de aquella vez en que te dije diez razones para odiarte, en realidad no te odio, en realidad me caes bien salvo esas diez razones, pero en ningún momento te he dicho que cambies, verdad???

Y el domingo me levanté a la 1:30pm, con una resaca de esas que te duele hasta el alma y no te la quitas con nada. Pero igual tuve que levantarme porque era la despedida de mi prima que se va a España, así que me metí a la ducha y me cambié tratando de verme lo mejor posible y no sentirme tan feo como el sábado. Felizmente mi prima vive cruzando la pista, así que no estuve en apuros.

La reunión salió bonita, lo único malo fue que almorzamos como a las 4:00pm y yo ni siquiera había desayunado.

Voy a extrañar a mi prima, no nos veíamos siempre pero recuerdo cuando éramos niños, cuando jugábamos en casa o en la de ella, y todo lo que encierra el hecho de habernos criado juntos. Aunque quizá yo también me vaya para allá.

En la noche mi hermana logró sacarle “dulcecitos” a mi viejo, o sea que lo convenció para que nos lleve a tragar dulces. Así que por primera vez en mucho tiempo salí de noche con mis viejos y mi hermana en el carro, rumbo a Magdalena. La dulcería no me gustó mucho y no tenía buenos dulces, pero no me importó, solo quería disfrutar de ese momento fuera de casa.

Ya de regreso puse mis cosas en orden para el lunes, hice el maletín para el gimnasio (que por cierto, la evaluación física dio como resultado que aumenté dos centímetros de panza), y me fui a acostar escuchando música, como hago siempre.

Busqué en el iPod un disco de Erasure, el Nightbird. A mi parecer es un buen disco de pop, no es estridente ni eufórico, es más bien ligero y relajado, a mi me gusta mucho, me ayuda a cerrar los ojos y dormir. Hace tiempo que no lo escuchaba, e inevitablemente me trajo recuerdos de Ilo, me hizo recordar las pocas cosas bonitas de allá, me hizo recordar los findes que no había nada qué hacer y cogía el discman, me tiraba en la cama y escuchaba el disco de principio a fin, con las luces apagadas.

Y me quedaba dormido hasta el día siguiente.

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