De compras

Si mi vida fuera como en aquellas series gringas que llegan al tercer mundo en cantidades industriales, tendría un psicólogo que me ayude a superar los cientos de miles de traumas, complejos y manías que tengo. Pero como mi vida es re-peruvian, me las arreglo solo y simplemente asumo lo que soy sin ningún roche.

Por eso puedo declararme COMPRADOR COMPULSIVO y decir "qué chucha!".

Me había propuesto encerrarme el sábado en casa, en mi cuarto más bien, jugando PS2, la cual tenía conectada al sintonizador de TV de la computadora, pero sin una buena imagen. Y pues, encerrarse 24 horas para jugar videojuegos en una pantalla que me va a hacer forzar mucho la vista... como que no ponía mucho. La alternativa era jugar por ratos e intercalar leyendo las Nat-Geo atrasadas.

Pero tenía algo adentro que no me dejaba tranquilo, algo así como los pensamientos que carcomen la mente y no dejan dormir, pero eran más bien deseos que carcomen el alma y no dejan dormir. Se me había metido en la cabeza comprar una TV LCD exclusivamente para jugar PS2.

Hice cálculos, saqué cuentas, presupuesté y decidí "ir a ver nomás", una tele pequeña pero panorámica, 19 pulgadas nomás, sino no tendría dónde meterla, y lo más importante: BARATA. Seré compulsivo pero también me duele el bolsillo. En realidad había pensado comprármela mucho antes, pero una vez recibida la grati, o sea para la quincena.

Se me ocurrió ir a Tottus, porque en los supermercados suelen vender los artefactos más baratos que en tiendas especializadas en tecnología, y encontré una LG de 19 pulgadas, barata, perfecta. Me la compré. Eché mano de los ahorros intocables y no me importó nadita.

En este párrafo debería relatar el chongazo que armé en Tottus porque no tenían el sintonizador de TV en ese momento y que tengo que recoger hoy, pero prefiero evitar hacerme hígado mental, así que solo voy a mencionar que los de Tottus de San Miguel son unos incompetentes.

Regresé a casa, conecté la TV y me envicié hasta las 02:00 am jugando Okami. No te miento, fui feliz.

El domingo me levanté como a las 09:00 am con un dolor general, hasta respirar me hacía daño.

Domingo, día de limpieza. Sólo porque hoy lunes es cumpleaños de mi mamá y la casa debía estar un anís para que los invitados no se horroricen ni digan: "qué cochina la casa de Myriam", así que aporté mi granito de arena quedándome en mi cuarto hasta que mis viejos terminaron de limpiar.

Mi mamá pidió chifa para el almuerzo, porque los domingos no cocina y a mi me pareció perfecto. Y después de llenarnos la panza le dije a mi hermana para ir a Miraflores a comprar los regalos de mi mamá. Ella gestionó el transporte, o sea convenció a mi viejo para que nos jale ida y vuelta, porque domingos no se toma combi, es pecado capital.

En Ripley le compré una camiseta de hilo de rayas blancas y celestes que le va a quedar muy bien, porque no me gusta que mi mamá se vista con colores opacos, no le va. Mi hermana le compró una cartera bien veraniega. Mi viejo iba a comprarle una falda pero no nos gustó ninguna, así que propuso llevar a mi mamá hoy mismo a que ella misma escoja su regalo.

Salimos de Ripley y fuimos a Saga, a seguir viendo cosas "para mi mamá", lo cual fue una tremenda mentira porque yo subí desesperadamente al segundo piso y comencé a probarme polos, y mi hermana se quedó en el primero y empezó a probarse pantalones. Salí de ahí sólo con dos polos porque ya se hacía tarde y no había nada más. Últimamente en Saga no hay nada más. Mi hermana llevó un capri, o algo así.

Regresamos a casa y había llegado mi otra hermana, la mayor, y mi sobrina con su Nintendo DS más. Es la primera vez que veo el aparato ese y no me llamó mucho la atención, me quedo con mi PSP (o sea, tacho la Nintendo DS de mi wish list, un gasto menos).

El próximo finde iré a comprar los regalos de Navidad de todo el mundo, y más cosas para mi.

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